ni me odio , ni me amo.

Es verdaderamente intolerable no ser aceptado, no entiendo a las niñas, quisiera comprender su forma de ver el mundo hablar de los chicos  y querer a uno lindo y que diremos de sus conversaciones, las claves, el silogismo, el romance que todas anhelan, será que a mis 18 años he perdido mi identidad, me comporto como un niño en el cuerpo de una niña.  no es de mi interés hablar de chicos hay cosas primordiales en estos días, cosa que me pone en disección y las historias románticas me repelan porque el aire no es comprendido, el lector podrá entender que ni los hombres, las novelas y las aventuradas me tienen completamente sin cuidado, soy tradicional y me inclino por la lectura y escritura,  ni  me odio, ni me amo, estoy en un nivel medio de expresión por no ser igual a ellas no entender su dialecto, no vivir sus historias, ser el apartado del pueblo. Busque  identificarme con personajes que comprendían mi lucha es satisfactorio ver como pueden sentir lo mismo y expresarse de la mejor manera (sepan que siempre me veo daría a las 8:00 por Mtv y es genial) pero en mi realidad braseo y braseo en un mar de leva que parece que nunca tiene fin, nadie real entiende lo que siento o pienso y es frustrante buscar ayuda en los lugares equivocados y hay estas otra vez cerrada , apartada, callada  por los temores que te tienen oprimida , que dirán podre dejar algún día mis  rarezas para sentarme a dialogar en la mesa de los normales y comportarme con mayor distinción a la que se merecen o seguiré mi camino enfrascada en que yo merezco mi parte entre los raros esos que no tienen voces, esos que se ocultan para no ser visto. Esos que sufren en silencio, esos que se divierten con tan solo lindo aprecio. Donde encontrare a mi raro confidente que sepa sentir como yo siento, que haiga vivido lo que he vivido, que haiga odiado como yo he odiado, que haiga llorado como yo he llorado, que haiga cantado como yo he cantado. y así en una misma melodía 

Encontraría parte entre los raros para deleitamos en nuestros hábitos y disfrutar por fin de nuestra locura incomprendida, porque aquel que vive entiende lo que uno vive.