he intentado no enfrascarme en esta situación pero creo que el momento, y el lugar me dan la oportunidad de hablar sobre esto, desde hace mucho tiempo no veía a alguien ponerse tan feliz por convertirse a cristiano, la alegría de este nuevo hermano, me recordó lo bueno que es estar enamorado de alguien, felicidad, amor, amor, todo es tan bueno que la alegría se esparce por todos lados, observaba la situación y en mi interior deseaba ser el hno nuevo, feliz y contento, pensaba que el hecho de ser adolescente con todos mis altos y bajos y la situación hormonal que acarreaba me hacia ser egoístas delante de Dios, porque pensaba en mi todo el tiempo, todo es tan complicado, los chicos ..., el sexoo, los amigos, en mi lucha no veia alegría, me pregunte en ese momento sera que sido un cristian@ sin cambio, la iglesia , y los cultos, por días, meses, años, ya era común era todo igual , ya no había pasión, la uniformidad en la que había seguido mucho tiempo me estaba haciendo daño. ya no tenia ánimos.
recordé esa buena historieta que leí un día decía que todos los sentimientos hicieron un complot para acabar el amor, y el único que venció fue la rutina.
la rutina había acabado con la alegría que sentía por ser hija de mi padre y era tan estratega que me costo mucho tiempo darme cuenta de aquello.
la felicidad que llega al hijo por el padre se logra cuando el antídoto a la rutina sea hallado..., el ser innovador y estar dispuesto al cambio, agrada al padre , el padre quiere que su hijo este feliz, el hijo tiene que hacer todo cuento este a su alcance para serlo, en cuanto todo lo que haga le agrade a el.
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